Cuando hace quince años Horacio Vertbitsky escuchó, de boca del ex Capitán de Corbeta Adolfo Scilingo, que los capellanes del ejército fueron una pieza fundamental en un tenebroso plan que consistió en arrojar a civiles desde los aviones, ya que “confortaban a los oficiales que volvían de esas misiones siniestras”, nunca pensó que aquella conversación sería el disparador de un extenso trabajo de investigación. La mano izquierda de Dios (Editorial Sudmericana), presentado recientemente, corresponde al cuarto título de “Historia política de la Iglesia Católica ”, el pormenorizado estudio llevado a cabo por el periodista, que revela la participación activa del clero argentino en la vida del país.
“Él se lo buscó”
La mano izquierda de Dios abarca el período que va desde el 24 de marzo de 1976 hasta el 10 de diciembre de 1983 y revela, con detalles precisos, citas, fechas y testimonios directos hasta qué punto la Iglesia se adhirió, justificó y solapó al aparato represor de la dictadura: nada menos que a las muertes, las torturas, los secuestros y las desapariciones llevadas a cabo por el Gobierno militar.
En sus primeras páginas el libro muestra la verdadera historia del asesinato de Luis Bonamín, un militante de la Juventud Peronista Universitaria y sobrino nieto del presbítero castrense Victorio Bonamín, quien no hizo absolutamente nada para prevenir su secuestro y posterior ejecución. Según cuenta Verbitsky, cuando los padres del muchacho pidieron ayuda al sacerdote para encontrar a su hijo, la respuesta fue: 'Él se lo buscó'.
También describe cómo la Iglesia colaboró con la entrega de ciudadanos a las fuerzas militares. “La policía de Córdoba – escribe Verbitsky – pidió que los colegios parroquiales y religiosos entregaran la lista de domicilios de sus profesores y alumnos y el Seminario Menor de Jesús María la de su personal docente y administrativo”. La información entregada por el clero “permitió el secuestro y la desaparición de al menos dos alumnos de colegios religiosos”.
Casi como la Santa Inquisición
Basados en los tratados filosóficos de San Agustín y Santo Tomás, que “si el orden, querido y establecido por Dios es amenazado o agredido, es necesaria la violencia para reestablecerlo”, muchos altos sacerdotes del clero argentino apoyaban las torturas y los secuestros ya que consideraban que “buena es la violencia que se ejerce en defensa de la verdad, el bien y el orden, frente al error, el mal y el desorden”. Por entonces el vicario de las Fuerzas Armadas, Adolfo Tórtolo, criticó duramente a los curas que protestaban contra las estructuras de la iglesia y llamó “insensata” a la frase: “No se puede predicar a estómagos vacíos”.
La mano izquierda de Dios relata, con datos precisos, de qué manera la Iglesia consintió las atrocidades llevadas a cabo por el Gobierno militar durante los años que duró la dictadura, como así también la fractura interna sufrida, que provocó la dimisión de sacerdotes y en algunos casos, su tortura y muerte. Luego de sus tristes intervenciones en la política del país, la credibilidad y la confianza en el clero, por parte de los ciudadanos argentinos, ha disminuido notoriamente. “Abandonar los combates por el control del Estado es, antes que una alternativa, el único camino que la Iglesia Católica tiene para frenar su lento pero constante descenso hacia la irrelevancia”, concluye el periodista.
Historia política de la Iglesia católica
A partir del momento en que Scilingo le contó a Verbitsky que la alta jerarquía de la Iglesia aprobaba los “vuelos de muerte” y llevaban paz a los oficiales encargados de arrojar los cuerpo al mar, el periodista publicó cuatros tomos de la “Historia política dela Iglesia Católica”. Los libros fueron “Cristo vence”, la Iglesia en la Argentina: un siglo de historia política (1884-1983); “La Violencia Evangélica ”, de Lonardi al Cordobazo; Vigilia de armas, del Cordobazo de 1969 al 23 de marzo de 1976 y La mano izquierda de Dios, la última dictadura (1976- 1983).